Son esos libros cuyo interior esconde verdaderas maravillas de papiroflexia,
Aunque actualmente pertenecen al ámbito de la literatura infantil y/o juvenil, en sus orígenes estaban destinados a adultos y eran de temática muy variada.
No se sabe quién introdujo el primer artificio mecánico en un libro, pero existen libros con elementos móviles desde hace más de 700 años. Ramón Llull de Mallorca incorporó ruedas giratorias en su obra Ars Magna.
Durante siglos, religión, astronomía y medicina fueron las disciplinas que dieron soporte bibliográfico no convencional a sus contenidos.
Aunque actualmente pertenecen al ámbito de la literatura infantil y/o juvenil, en sus orígenes estaban destinados a adultos y eran de temática muy variada.
No se sabe quién introdujo el primer artificio mecánico en un libro, pero existen libros con elementos móviles desde hace más de 700 años. Ramón Llull de Mallorca incorporó ruedas giratorias en su obra Ars Magna.
Durante siglos, religión, astronomía y medicina fueron las disciplinas que dieron soporte bibliográfico no convencional a sus contenidos.
En el siglo XVIII los libros mecánicos iniciaron su carrera lúdica con los llamados Harlequinades, unos libritos con solapas intercambiables que permitían hacer variaciones sobre un relato inicial.
Pero fue a finales del siglo XIX cuando se alcanza el momento más creativo (la “Edad de oro de los libros desplegables”), con las preciosas creaciones de artistas como Ernest Nister, Lothar Meggendorfer y Raphael Tuck. Raphael Tuck pasó de dedicarse a la venta ambulante de muebles por las calles de Londres, a montar una tienda de grabados y una pequeña editorial con sus hijos, en la que comercializaban panoramas desplegables con figuras removibles y también libros tridimensionales.
Ernest Nister estaba instalado en Nuremberg, principal centro juguetero de finales del siglo XIX y se trasladó a Londres donde montó una editorial que comercializó sus libros en ambos países y también en Estados Unidos. Sus creaciones estaban destinadas a niños de las clases sociales más altas y sus ilustraciones muestran la estética de la época victoriana.
El tercer protagonista de la “Edad de oro de los libros desplegables” fue Lothar Meggendorfer un ilustrador natural de Munich que tuvo una infancia con pocos recursos (era el menor de 21 hermanos). Meggendorfer trabajó con diversos tipos de libros móviles y fue además inventor de muchos mecanismos de papel, pero destacó especialmente en dos formatos: libros con imágenes articuladas y panoramas desplegables tridimensionales, como su famoso Circo Internacional.
La llegada de la Primera Guerra Mundial supuso el declive de la producción de libros móviles, que resurgirían en la década de 1930 con las publicaciones de Louis Giraud, un editor británico que creó el primer desplegable pensado para ser visto desde cualquier punto de vista.
En 1933, la editorial estadounidense Blue Ribbon publicó un libro tridimensional dedicado al ratón Mickey y utilizó por primera vez la expresión “pop-up”, que en la actualidad se ha impuesto en todo el mundo para referirse a este tipo de ejemplares.
La Segunda Guerra Mundial supuso de nuevo el eclipse editorial de estos libros, tímidamente salvado por artistas como Julian Wehr cuyos libros con imágenes articuladas llevaron la alegría a niños de todo el mundo, incluidos los españoles, en los difíciles años de la posguerra.
En los años 50 y 60 del pasado siglo el protagonismo lo acaparó la antigua Checoslovaquia gracias a un prolífico dibujante: Vojtech Kubasta que versionó todos los cuentos infantiles conocidos y los exportó al mundo entero.
El siglo XX trajo asociado otro fenómeno que ha trascendido al mundo editorial, con los llamados “libros de artista”, en los que pintores y escultores han redescubierto al libro como un nuevo soporte para su expresión plástica.
En las últimas décadas estamos viviendo un resurgimiento mundial de los libros pop-up y hay quien ya ha calificado este momento como “Segunda Edad de Oro de los libros móviles y desplegables”, una realidad que es posible gracias a artistas como los norteamericanos Robert Sabuda y Matthew Reinhart, cuyas creaciones son impresionantes.
Ya que vamos a intentar crear un libro desplegable colectivo, os recomiendo que entréis en las páginas de estos dos artistas, ya que además de ver sus obras, podréis aprender a hacer figuras, pliegues, elementos móviles,...
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